Y es que ahora los viernes han pasado a ser mi día favorito de la semana. Porque sí. Por sus noches. Y por sus días esperando que lleguen las noches. Por el zumo de cereza y las aceitunas sin hueso.
"La besó y encontró su boca, la tocó y encontró otras bocas, hundió los dedos en la saliva que manaba de su cuerpo abierto, solamente una boca, y sintió la desesperación en sus labios, en los brazos blandos y húmedos que le empujaron hacia una cavidad oscura y fresca, abandonándole después al vértigo, sintió sus labios desesperados, sudorosos tentáculos de contacto asfixiante, asfixia tentadora, liberadora, la presión de aquellos labios voraces que vaciaban su cuerpo de carne y sus venas de sangre, ..."
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